El Gobierno de Aragón ha puesto en marcha tres programas de ayuda al empleo por un valor de 6,3 millones de euros. Unas líneas que tienen como objetivo la creación de empleo de calidad y de proyectos empresariales. Estas iniciativas priman no sólo la creación de nuevas empresas, también la contratación de colectivos más vulnerables, como mujeres, parados de larga duración o discapacitados. Asimismo, la ubicación en localidades de menos de 5.000 habitantes también obtiene subvenciones algo más elevadas.
La crisis económica y la situación del mercado laboral, en un continuo bucle de destrucción de puestos de trabajo, ha llevado a muchos a convertirse en emprendedores; una palabra mucho más amable que la de empresario, aunque describen una misma realidad.
Sin embargo, el emprendimiento no es la panacea.
Poner en marcha un negocio es mucho más que pagar la cotización correspondiente al RETA. Emprender requiere no sólo una constancia y una capacidad de sobreponerse a las dificultades fuera de toda duda, también una serie de habilidades y conocimientos de gestión empresarial que no todo el mundo posee, por muy buena que sea su idea.
De hecho, un alto porcentaje de nuevos negocios no superan el primer año.
En la actual coyuntura, cualquier ayuda pública, y más las que sirven para fomentar el empleo, es bienvenida. Eso sí, en su concesión han de ser esenciales criterios totalmente objetivos y mensurables de viabilidad. Sólo así, esas partidas tendrán sentido y no se convertirán en un despilfarro.